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Las Fobias
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Las Fobias

 

Fobia es un miedo intenso, persistente y sobre todo desproporcionado al peligro real que plantea la presencia o anticipación de un objeto o situación específicos. El presentarla detona una repuesta inmediata de ansiedad que puede conllevar algunos síntomas físicos como taquicardia, palidez, sequedad de la boca, sudoración, temblor o algunos otros como rigidez, balbuceos, etc.

Cuando hablamos de fobia no nos referimos a un simple miedo, es algo que además de causar un malestar evidente, llega a deteriorar las relaciones sociales e incluso laborales de quien la presenta.

Las fobias pueden ser prácticamente a cualquier cosa o situación; sin embargo, existen algunas que se presentan con mayor frecuencia como: aracnofobia (a las arañas), astrapofobia (a las tormentas), acrofobia (a la altura), aerofobia (a volar en avión), claustrofobia (a los espacios cerrados), agorafobia (a los espacios abiertos), hematofobia (a la sangre y las heridas), nictofobia (a la oscuridad) y así podríamos seguir indefinidamente.

El punto principal para sanarnos es, como ya he comentado en otras publicaciones, entender el propósito de tener ese padecimiento. Y el caso de las fobias, siempre es el protegernos de un peligro, pero no solo el peligro del objeto en sí, sino de toda la situación con la que yo enmarco ese objeto; es decir, que memoria activa en mí la presencia o la inminente presencia del  objeto de la fobia, esa es la clave. Esa memoria puede estar anclada en nosotros en tres posibles momentos: ya sea desde aquella vez que tuve un contacto traumático con lo que ahora me causa la fobia o por situaciones que vivió nuestra madre cuando estábamos en su vientre o en el transgeneracional. Pero aun que esa memoria de peligro se haya adquirido en alguna situación en nuestra vida, siempre habrá un origen transgeneracional o en el útero materno.

Pongamos algunos ejemplos. La claustrofobia, que es el miedo intenso a los espacios cerrados, regularmente tiene relación con vivencias dentro del útero. Tal vez nuestra madre por alguna razón trató o quiso abortarnos o de alguna manera no fuimos deseados (que es muy diferente a después ser amados y cuidados) y nuestro inconsciente advierte que corremos peligro dentro del útero, es como querer salir a toda costa de ahí. Recordemos que en momentos de intensa emoción, nuestro inconsciente graba todo a través de los sentidos para poder protegernos de una posterior situación que se perciba como similar. Otro ejemplo, relacionado con este puede ser la fobia social, en el caso que nuestra madre haya tratado de ocultar el embarazo por miedo a ser juzgada o maltratada, es como si tratáramos siempre de no ser vistos, no me deben ver o corro peligro si soy visto por la sociedad, o al hablar en público.

Otro ejemplo es el miedo anormal a nadar o entrar al agua, puede ser al mar o a la alberca o incluso a la tina de baño (acuafobia), aquí sería interesante revisar si alguien de nuestra familia falleció ahogado o aunque también podría tener relación al aspirar el meconio en el líquido amniótico antes o durante el parto. O si la fobia es a los fuegos artificiales, posiblemente un ancestro falleció a causa de arma de fuego. No es necesario ir más allá de la cuarta generación, por lo general está en abuelos o bisabuelos, aún que podría ser en cualquier otro miembro en una generación más cercana.

No con esto quiero decir que si a mi familia o a mi madre le sucedió tal o cual evento, ya voy a presentar una fobia o una en especial. La búsqueda del origen de la fobia, o de otra enfermedad, es siempre partir del síntoma, no al revés, el síntoma o la situación que produce el síntoma nos da la línea a seguir y a partir de aquí buscaremos situaciones relacionadas a lo largo de la vida, durante la gestación y en el árbol genealógico.

Es con el entendimiento de la enfermedad, o en este caso de la fobia, con lo que se logra la curación de la misma, es como si estuviera luchando por salir a la conciencia cada vez que se presenta, es por eso que cuando la entendemos, cuando hacemos consciente su origen real y su función, los síntomas desaparecen.

Para concluir dejo esta frase de Joseph Campbell: “En la cueva a la que temes entrar, yace el tesoro que buscas”

 

Erik Romo 

 

Imagen obtenida de: https://www.flickr.com/photos/theogeo/2480205584

ERIK ROMO PSICÓLOGO

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